MODERNA BUENOS AIRES
un programa

Conjunto Monteagudo

2003 - 2007

Residencial

AUTORES

  • Arq. Juan Pfeifer
  • Arq. Oscar Zurdo
  • Arq. Eduardo Di Clérico
  • Arq. Walter Pfeifer
  • Arq. Amelia Qüesta

UBICACIÓN

Iguazu 520, Monteagudo 605

Parque Patricios

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MEMORIA

“Introducción:
En el marco de la operatoria basada en la Ley 341, el Instituto de la Vivienda ha comenzado a finales del 2002 a instrumentar políticas de acceso a la vivienda para uso exclusivo y permanente de hogares de escasos recursos en situación crítica habitacional, dentro del ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A través de la misma se fomentaron en aquel entonces procesos de organización colectiva, por medio de cooperativas, mutuales o asociaciones civiles sin fines de lucro, para la obtención de subsidios o créditos con garantía hipotecaria.
Para ello el I.V. abrió un registro para grupos interdisciplinarios de profesionales (arquitectos, asistentes sociales, contadores, abogados, etc.) a los que aquellas organizaciones sociales debían contactar para llevar adelante todo el proceso de concreción de la obra de viviendas.
En aquella época el Instituto de Estudios del Hábitat Social (Idehas) reunió a un conjunto de profesionales en un grupo interdisciplinario que luego fue contactado por el MTL (Movimiento Territorial de Liberación) para dar inicio al proceso. La búsqueda del terreno, la conformación de la cooperativa (Emetele), los estudios de factibilidad arquitectónicos, estructurales y de instalaciones, la compra del predio y la presentación del anteproyecto para el visado previo municipal llevaron prácticamente todo el año 2003. A finales del mismo se presentaron los planos para el registro municipal de demolición de la preexistencia y construcción del conjunto de viviendas, habiéndose programando para el mes de Marzo de 2004 el inicio de las obras.
 
Antecedentes:
El predio en el que se construyó el conjunto de viviendas se localiza en el Barrio de Parque Patricios en la manzana delimitada - en aquel entonces - por las calles Cortejarena, Iguazú, Monteagudo y Famatina. El entorno urbano se caracterizaba por viviendas de baja densidad y antiguas instalaciones industriales, en su mayoría utilizadas como depósitos o desactivadas.
Por comunicación de la Administración de Inmuebles y Concesiones de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires del año 1971 la Ciudad toma posesión de la fracción afectada por la apertura de la calle José C. Paz con la consiguiente necesidad de dividir el terreno en dos fracciones de 7.829,85 m2 y  4.577,20m2 respectivamente, conformando la primera una manzana regular -manzana 97- e incorporada la segunda a la manzana 96. 
El terreno se incluye en el distrito R2bII y pertenece a un área de Desarrollo Prioritario, por lo que, para edificios destinados a uso residencial, fue de aplicación el incremento del FOT en un 25%.
El terreno presentaba construcciones industriales sin uso efectivo que pertenecieron antiguamente a una fábrica de pintura. Se trataba de diversos galpones y un edificio de tres plantas localizado en la esquina de las calles Cortejarena y Monteagudo. Exceptuando este último edificio (que fue demolido parcialmente) y uno de los dos tanques de reserva de agua existentes, los galpones industriales no poseían características edilicias capaces de ser recicladas para el nuevo destino de vivienda, por lo que fueron demolidos.
Salvo el edificio de tres plantas mencionado, la arquitectura de las demás construcciones tampoco presentaba rasgos que merecieran ser rescatados para la memoria del barrio. Un tanque de agua cilíndrico de hormigón armado, aún sin valor histórico-patrimonial, fue conservado para su reutilización con la consecuente economía para el presupuesto de la obra. El restante fue demolido debido a su mal estado general. 
 
El Proyecto
El proyecto se basó en las siguientes pautas:
1) Lograr la máxima cantidad y calidad de viviendas que permita el presupuesto establecido.
2) Procurar la mejor orientación y disposición edilicia del conjunto
3) Crear un conjunto arquitectónico que armonice con su entorno vecinal, considere la preservación de la memoria urbana y promueva la integración con el barrio.
4) Incorporar espacios de uso comunitario propios al conjunto y para el entorno  barrial y preservar la morfología de la manzana con construcciones sobre la línea municipal con el objetivo de evitar espacios descontrolados.
 
1) El partido adoptado para las unidades de vivienda considera las medidas mínimas fijadas para cada ambiente por el Código de Edificación y la proporcionalidad requerida por el programa de necesidades con relación a los dormitorios necesarios para cada hogar. La resultante cuantitativa logra un índice elevado de viviendas sin perjuicio de la calidad de las distintas tipologías. El conjunto alberga 326 unidades de uno, dos y tres dormitorios distribuidos en edificios de 4 plantas, con una adecuada compacidad en sus fachadas lo que permitió distribuir con eficacia el presupuesto asignado para el conjunto. Se ha adoptado para la resolución de los edificios una volumetría en tira y con viviendas a ambos lados del eje longitudinal. Cada 4 viviendas por planta (16 en total) comparten una escalera común lo que lleva a submódulos funcionales de fácil mantenimiento y control. El proceso de ajuste en el diseño de las unidades de vivienda (realizado en conjunto con los usuarios) llevó a eliminar las divisiones entre cocina y comedor/estar, habida cuenta de responder: a) a las costumbres de reunirse en torno a la mesa familiar y próximo a la cocina y b) lograr la máxima economía con la eliminación de cerramientos innecesarios. Un gran número de viviendas de 1 y 2 dormitorios contempla un comedor/estar de dimensiones mayores a las requeridas por las normas, para permitir (por medio de divisiones temporarias), la inclusión de un nuevo ambiente y atender las necesidades de posibles crecimientos familiares.
2) Las tiras, con orientación este-oeste, brindarán un óptimo soleamiento para el conjunto y viviendas saludables ya que todos los ambientes se iluminan y ventilan a espacios exteriores de escala urbana.
3) Se sumaron pautas al proyecto que se pueden resumir en el intento de superación de los prototipos desarrollados en los años 60/70 de monobloques y torres aisladas con el objetivo de evitar espacios residuales fuera del cuidado de los vecinos. 
El partido del conjunto es similar para ambas manzanas. Las tiras de edificios conforman patios, los que son interceptados por una trama perpendicular de circulación peatonal que vincula todos los edificios con sus halles de acceso.
El espacio entre edificios – los patios – será apto para actividades comunitarias del conjunto y albergar el estacionamiento de automóviles. Conforma a su vez un espacio urbano propio de 12 mts (mínimo) de ancho que permite la integración de sus habitantes al mismo tiempo que posibilita la intimidad de cada hogar.  La volumetría resultante de la sucesión de tiras de edificios, eficaz cuantitativamente pero rígida en su aspecto estético-morfológico, fue atenuada y enriquecida con “pórticos” que las vinculan entre sí sobre la línea municipal. Esta decisión permitió reconstruir el frente sobre las calles públicas, marcó el acceso a los pasajes desde el exterior y, dada la materialidad de los pórticos - de ladrillo a la vista – incorporó el edificio existente (también de ladrillo a la vista) al conjunto.
4) En el perímetro sobre las calles públicas se localizaron los espacios cubiertos destinados al equipamiento urbano (salón de usos múltiples, locales comerciales, guardería, etc.) con el objetivo de que este uso también sirva al entorno urbano y se promueva la integración vecinal. En la esquina de José C. Paz y Monteagudo se proyectó una pequeña plaza pública que también servirá de expansión al jardín materno infantil.
 
El sistema constructivo empleado es tradicional: estructura de hormigón con fundación por pilotes (debido a la mala calidad del suelo), mampostería de ladrillos huecos cerámicos de 18 cm. de espesor en las paredes exteriores, ladrillos cerámicos huecos de 12 y 8 cm. para las mamposterías interiores, cubierta de chapa ondulada con cielorraso de placas de yeso en el tercer nivel, pisos y revestimientos cerámicos para los ambientes que lo requerían y carpeta para recibir alfombra en dormitorios.
El sistema constructivo tradicional elegido (a excepción de las inevitables obras de fundaciones y estructura de hormigón y otras tareas especiales) no requirieron mano de obra calificada, lo que posibilitó la incorporación de los propios trabajadores de la Cooperativa “Emetele”, que para tal fin se constituyó en empresa constructora.
 
 
La obra costó en total 13.6 millones de pesos y trabajaron en ella unas 370 personas pertenecientes a la agrupación piquetera y que estaban desocupadas. Todas cobraron sueldos en blanco y tuvieron obra social y ART. 
 
Aspectos del proceso:
El barrio fue construido y destinado a gente humilde, de bajos recursos económicos y en emergencia habitacional. Su condición de piqueteros fue la consecuencia de la dramática situación social que vivió nuestro país en los comienzos del nuevo milenio.  Personas que han quedado marginadas, sin trabajo y con un horizonte desalentador de cara al futuro se han reunido, desde su adhesión al MTL, en una cooperativa conducida por un grupo de dirigentes en el que se destaca Carlos “Chile” Huerta, quien ha coordinado nuestra relación con todo el grupo. 
“Monteagudo representa una experiencia exitosa de autogestión en la construcción de 326 viviendas destinadas a familias en emergencia habitacional”. 
Este título varias veces utilizado y legítimo por cierto, expresa la necesidad de analizar el proceso antes que el resultado final. Fueron más de tres años de escucharnos, duros al principio y aceitados luego, para alcanzar una visión común en la cual el objetivo superaba largamente la obra de arquitectura. 
Se trataba de organización, de trabajo (y de la dignidad que resulta tenerlo), del aprendizaje de un oficio, de solidaridad, de convivencia (y de la incorporación activa de la mujer en la construcción), de aceptar el desafío de hacerlo con los recursos humanos propios, de demostrar que hay vías alternativa a las que “dicta” el mercado, de apostar a la autogestión y crear canales que faciliten la participación de profesionales (arquitectos, sociólogos y asesores en varias materias técnicas).  También hubo que administrar los recursos, relacionarse con los vecinos (y destruir en ellos la desconfianza), comprar más barato caminando los laberintos del mejor precio,  aprender más allá de la voluntad, transformar el bajo rendimiento laboral del que no sabe o no puede en una “escuela de oficios” subvencionada, capacitar; en suma: fomentar y difundir la cultura del trabajo. 
Todas estas acciones fueron partes relevantes del proceso. Sin duda, las más importantes. Ellos lo hicieron, nosotros colaboramos con nuestro saber profesional.
Aquí es donde se manifiesta el éxito de la Experiencia Monteagudo: en el camino  transitado por un grupo social que, rechazando las dádivas de la emergencia, tuvo un sueño y se propuso demostrar el verdadero significado del concepto de inclusión, idea que en nuestros días es repetidamente vaciada de contenido.”
 
Memoria de los autores

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